Gravity.
Hay juegos que en sí
no tienen nada. Y con nada, me refiero incluso a la diversión. No obstante, son estos, o la gran
mayoría de estos, los que por una razón desconocida
resultan sumamente adictivos. Es el caso del Candy Crush, Flappy Bird, Doodle God o la infinidad de juegos de
Angry Birds. No es algo novedoso, es algo que viene de los juegos de gestión. Que con el paso del tiempo dieron el salto a la "gestión social" (The Sims). Y al final, incluso se expandió a otros que no eran propios del género.
Esto mismo es lo que ocurre a Gravity, difícilmente abandonaremos la pantalla cuando la historia resulta bastante llana.
Esto mismo es lo que ocurre a Gravity, difícilmente abandonaremos la pantalla cuando la historia resulta bastante llana.
Una misión espacial, norteamericana. De repente, desde
Houston se habla del estallido de un satélite ruso y como éste ha desencadenado
una reacción en cadena. La transmisión
da la sensación de ser de lo más normal cuando los restos destruyen la nave en
la que viajaban matando a todos los tripulantes. Sólo quedan dos, y la mejor opción es
regresar a la Estación Internacional. Quedando uno por el camino, y salvándose únicamente la doctora Ryan Stone, la otra superviviente. Gracias a la base de los chinos, que también va a ser destruida.
Lo mejor de la película es la fotografía, pese a los
numerosos momentos de peligro, carece de tensión, al ser aceptado el destino por los protagonistas
como algo ineludible. Cosa que no sucede con la citada doctora pero ya es demasiado
tarde. Además, a todo problema siempre le corresponde una solución. El discovery es destruido, no importa,
vayamos a la estación. La cápsula soyuz tiene desplegado el paracaídas haciendo
imposible la reentrada a la atmosfera,
no es problema, podemos hacer uso de la base china. Soy alejado de mi posición y ni siquiera sé en que posición me encuentro. Tampoco importa, de la nada aparece un compañero. Esto último ocurre al inicio.
Frozen.
(El Reino de Hielo).
Camino
hacia la madurez.
La gran mayoría de las
películas que acostumbramos a ver suelen acabar en un final feliz. Más,
aquellas que están pensadas especialmente para un tramo de edad en concreto.
Pese a ello, en esta
película de Disney-Pixar estamos ante cierto carácter impredecible, de
continuos vaivenes, que hacen pensar más de una vez que va a ser uno de esos
films que terminan en desdicha.
Una película con cierta
madurez que se aleja del ya clásico concepto lineal. Una historia de
princesas, una un tanto alocada, y otra, con peculiares poderes que tras
un accidente hace que se encierre sobre sí misma y se comporte como otra
persona.
Aquí, los malos, la mala
es demasiado buena. Y el bueno, un innombrable. Un títere en manos de la
Fortuna y la Codicia.
PS: Quién haya visto
alguna de las películas de la saga Tinkerbell (Campanilla) se dará cuenta que
el parecido entre hermanas, va más allá de lo físico. Y eso, que una de
ellas en vez de ser rubia es pelirroja.
Bien podrían haber sido
aquellas en una segunda oportunidad que les concedieran. Pues es de
conocimiento popular que las hadas son Espíritus, en caso de que aquellas
existan.
12 Años de Esclavitud.
Tras el éxito de películas
como The Butler y Django, los distintos directores de
Hollywood han redescubierto un filón que no da para más, y no es otro, que el
tema de la esclavitud.
Como he dicho no es un
género que de pronto hayan sacado de la chistera. Precedentes los encontramos por ejemplo en la
versión filmográfica del libro de Mark Twain, “La Cabaña del Tío Tom”.
Película ésta, un tanto idealista y de la que bebe la primera. Por no hablar de un clásico entre los
clásicos; Lo que el Viento se llevo. Inspirada en la obra homónima de Margaret
Mitchell.
Si bien, en esta citado film
el asunto se mezcla con otros, como puede ser la Guerra Civil o el amor. En
Django, sin no ser del todo un tema segundario viene a ser complemento de uno
principal, la venganza.
Aquí en 12 Años de Esclavitud
no nos vamos a encontrar ni con uno ni con otro. Lo que podía ser de ser
narrado fielmente, un documental. No hay
que olvidar que está basada en hechos reales. Tiene cierto cariz que hace que
le rechacemos de golpe encuadrarlo en el género susodicho.
El dinamismo si en otras
entregas vino de la mano de otros asuntos, aquí viene por parte de escenas para
el espectador de hoy, irreales a la par que rocambolescas. De hecho, no dudo que no pudieran pasar, por ejemplo,
que le dejaran colgado de un árbol mientras trataba sostenerse de puntillas por
ser un “buen esclavo” al ganarse la
envidia del capataz. Es este cariz real y crudo de personas que quieren negar a
otros su humanidad, lo que hace que permanezcamos atentos a la pantalla y
pensemos para nuestros adentros: “Qué cxbrxnes. Ojala que ponga un pie delante de otro y
escape”.
Una película recomendable,
no puedo decir que excepcional, pues no lo he sentido así. Pero que en gran
medida da un carpetazo a un asunto que no dudo que se siga utilizando aunque más como un complemento que como único plato. Pues es muy difícil
sacar algo nuevo de lo que ya se ha tratado en profundidad.
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